lunes, 21 de noviembre de 2011

Reflexión semanal del 21 al 27 de Noviembre

EL JUZGAR
(Mateo 7:1-5)
Objetivo: Reflexionar sobre el juicio que hacemos sobre los demás
EL PRINCIPIO
V. 7:1 (a)
1.- El principio es: “No juzguéis” ¿Se puede entender bien este principio o es necesario acudir al resto del texto, a su contexto y a otras partes de la Biblia para entenderlo bien?
Para poder entenderlo bien tenemos que atender a su contexto y al resto de la enseñanza de la Escritura para (con la ayuda del ES) poder entender bien lo que el Señor tiene que aconsejarnos sobre ese principio. Además también deberemos ver la explicación concreta que da Jesús en este pasaje sobre el principio (Por qué no debemos juzgar y por qué sí debemos juzgar y cómo).
2.- Comenta tres vv. (del contexto, dentro del mismo Sermón del Monte) que nos ayuden a ver lo que quiere decir Jesús en este principio.
El contexto inmediato de la afirmación 7:1 No juzguéis”, viene en el v. 6: "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen". ¿Cómo podría poner en práctica esto que me pide Jesús si no ejercito el juicio? ¿Cómo puedo discernir si delante de mí tengo a una persona a la que la Biblia describe como un perro o un cerdo, sin hacer un juicio sobre ella?
También el versículo 15: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”. ¿Cómo me voy a guardar de los falsos profetas si no pienso, si no discrimino, si no hago un juicio sobre su enseñanza? Estas personas son muy atractivas, vienen con una doctrina con la que intentarán engañar incluso a los escogidos. Necesito el juicio para discernir y discriminar lo bueno de lo malo y así no dejarme engañar.
En los ss. vv. nos habla de que “por sus frutos los conoceréis”, pero si no pongo a funcionar mi discernimiento a través de un juicio sobre esos frutos, nunca los conoceré y por lo tanto podrían engañarme.
3.- Después de analizar el contexto y sin haber llegado a otras partes de la Biblia y a la explicación de Jesús, ¿qué puedes decir del principio 7:1 “No juzguéis”?
Es evidente que la interpretación verdadera del 7:1 “No juzguéis” no puede querer decir que no podemos pensar, ni expresar nuestras opiniones sobre lo verdadero y lo falso. No puede querer decir que debo quedarme pasivo ante esa forma de cristianismo que intenta comulgar la luz con las tinieblas en aras a una supuesta paz. Cristo mismo dijo que no vino a traer paz sino espada (se refería a ese tipo de paz que amalgama la verdad con la mentira). Por lo tanto, esas personas que dicen que no puedo pensar ni expresar mi opinión sobre lo verdadero y lo falso, resulta (a la luz de estos vv. que acabamos de ver) completamente imposible.
LA RAZÓN EQUIVOCADA PARA JUZGAR
VV. 7:1 (b)-2
4.- ¿Qué quiere decir: “... para que no seáis juzgados”? ¿Es que vamos a ser juzgados por alguien?
¿Por los demás hombres? No. Sería un error interpretarlo así. Aunque también vamos a ser juzgados por ellos, el Señor nos lleva mucho más allá. Lo que sin duda significa es: No juzguéis, para que no seáis juzgados... por Dios.
Decir que somos salvos por gracia, por medio de la fe y que ya no vamos a ser juzgados porque Su sangre nos limpió ya que estamos inscritos en el Libro de la Vida, es decir una verdad muy grande... pero no toda la verdad. Además del juicio del Gran Trono Blanco de Ap. 20 en el cual no seremos condenados, si hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, debemos saber que los cristianos tenemos otro juicio, el del Tribunal de Cristo (del que ya hemos hablado más veces (Rm. 14:10; 1ª Cor. 3:14; 2ª Cor. 5:10)).
Aunque seamos cristianos, y estemos justificados por fe, y tengamos seguridad de la salvación, y sepamos que vamos al cielo, todavía estamos sometidos a varios juicios: 1º aquí en esta vida (esto es la disciplina de Dios en nuestras vidas), y 2º después de esta vida (en el Tribunal de Cristo).
5.- ¿Qué quiere decir: “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”? Lee 2º Sam. 12.
Este v. no sólo me pone a pensar, sino que me pone a temblar. Porque si exijo a los demás santidad, deberé vivir de acuerdo a esa santidad, ya que sino seré juzgado por mis mismos parámetros. Como hemos visto en la vida de David.
Esta historia de David me recuerda algo cotidiano en mí: que el pecado en la vida de otra persona se ve horrible, se ve enorme (y lo juzgo y lo condeno). Pero en mí ¡bahh!!! pues no se ve tan mal, se ve pequeñito, y es el mismo pecado.
Por lo tanto, el Señor no me prohíbe juzgar, sino que lo que hace es darme unos consejos para hacerlo. El 1º es este: con la medida con que medís, os será medido. Es un consejo muy duro, tan duro que si sigo ese consejo evitaré juzgar a los demás... para condenarles.
No conozco mejor consejo, Jesús no lo podía decir más claro para que yo entienda que debo apartarme lo más lejos posible del pecado que significa el juicio condenatorio sobre otras personas. Nosotros no conocemos el corazón de las personas, sólo Dios lo conoce, por lo tanto solo Él puede juzgar para salvación o condenación.
6.- Por lo tanto, ¿cuál es la razón equivocada?
Juzgar condenando.
LA RAZÓN ACERTADA PARA JUZGAR
VV. 7:3-5
7.- ¿Por qué es tan irónico Jesús?
Probablemente porque lo merecemos. Hay que recordar que Él está hablando a discípulos. Aquí no se está dirigiendo a los fariseos.
Así que si se dirige a mí, muy probablemente es que yo sea así: un ciego que pretende sacarle una pajita del ojo a mi hermano, teniendo yo una viga en el mío.
8.- ¿Qué beneficios ves en esta enseñanza de Jesús? Di dos.
Primero me ayuda el Señor a mí y luego (y sólo luego) puedo ser un canal de bendición a mi hermano. En esta forma de juicio vemos que no hay juicio condenatorio, en este juicio no hay condena, sino sólo juicio, evaluación y discernimiento para salvación.
9.- ¿Dónde crees que nos quiere llevar el Señor con este análisis sobre nuestra vista?
El Señor quiere que antes de que se me ocurra ayudar a alguien sobre algo feo que vea en su vida, que 1º evalúe mi situación. Porque si soy sincero conmigo mismo, muy probablemente yo esté igual o peor. Esta es la situación ideal que usa el Señor para llevarme a buen puerto. Cuando un barco se estropea hay que llevarle a un puerto tranquilo, seguro, sin oleaje. ¿Cuál es el buen puerto para mí? ¿Cuál es el sitio ideal al que el Señor me quiere llevar para que yo sea consciente del problema y lo pueda arreglar? ¿Dónde puedo ver bien el problema que tengo yo, y del que no soy consciente muchas veces hasta que llego a buen puerto? ¿Dónde puedo ser verdaderamente sincero conmigo mismo? Ese sitio, ese puerto es... la oración.
10.- Después de ver estos tres vv. ¿en qué consiste este juicio acertado? y ¿cómo se puede llevar a efecto?
En juzgar para ayudar, para salvar, no para condenar.
Cuando alguien no quiere escuchar el consejo de un hermano que te quiere advertir del error en el que estás y reclama que sólo Dios le puede juzgar, tiene toda la razón. Pero ¡Ay! si este hermano tenía un buen juicio y su advertencia era grave. ¡Ay! si ese hermano no tenía una viga en su ojo. Si esto era así, ocurrirá lo siguiente: Dios le juzgará (como reclamaba) pero entonces ya no para que se arrepienta (como hubiera sido el caso con el hermano) sino para condenación.
Allí ya no se puede pedir la recusación del juez supremo, y es que en última instancia no hay revisión de sentencia ni recusación que valga. A veces es mejor escuchar un juicio en 1ª instancia para poder rectificar, porque en última ya no habrá posibilidad.
Si tu hermano es un hermano que ya no tiene una viga en su ojo, es un instrumento del ES para redargüir y confrontar, no para acusar. Eso lo hace el diablo. El diablo acusa para matarte, para anularte, para destruirte, no para restaurarte, al diablo no le interesa restaurarte. Si recibes ese tipo de acusación, esa persona es un hijo del diablo, no es un hijo de Dios.
11.- La ilustración que pone el Señor sobre el ojo es excelente ¿Por qué?
El ojo es muy sensible. Es muy delicado. En cuanto le entra algo (por pequeñito que sea) se cierra el párpado inmediatamente para protegerse. Así somos nosotros, delicados y aunque alguien intente quitarnos una astillita, cerramos los párpados para que nadie nos haga daño.
Por eso el que interviene en el ojo de alguien (en el alma de alguien), debe ser una persona que 1º pueda ver bien (que no esté peor que el que tiene la astilla), 2º que sepa hacerlo. Y para esto último se necesita paciencia, calma, afecto, amor, compasión. Incluso con complicidad. Y esto es porque cuando yo he pasado por lo mismo, cuando he logrado sacarme una viga de mi ojo, sé que duele, sé que no es fácil, sé que cuesta tiempo y esfuerzo y paciencia. Cuando a mí me ha pasado todo esto, yo soy partícipe de su sufrimiento y necesidad y sólo así se puede tener paciencia y amor para ayudar a sacar la astilla. En este tipo de juicio no hay condena, sólo restauración, sólo salvación.
Sólo podré tocar una parte tan delicada (como es el alma de otro hermano), cuando yo soy consciente de mi propio pecado, de mi propia indignidad y de esa manera en vez de condenar, lo que siento es ganas de llorar porque probablemente yo estoy igual.
CONCLUSIÓN
12.- ¿Qué puedo juzgar yo y cómo debo hacerlo? y ¿qué no puedo juzgar yo?
Puedo y debo juzgar, pero... no a las personas. Además, para emitir un justo juicio, es imprescindible y necesario que 1º nos enfrentemos con lo que yo soy de verdad a la luz de Cristo. Eso nos pondrá en la perspectiva correcta y de esa manera evitaremos pérdida y sufrimiento aquí en la tierra (como vimos que le ocurrió al rey David, al que Dios juzgó según los parámetros que el mismo David había establecido). Y pérdida también en el cielo. No juzguemos nada si previamente no nos juzgamos (y severamente) 1º a nosotros mismos. No juzguemos a nadie porque eso sólo le corresponde hacerlo a Dios.
Sólo Él conoce los corazones y sólo Él decide el destino final de las personas. Si lo hago yo, me estoy poniendo en el lugar de Dios.
 

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