lunes, 19 de julio de 2010

Reflexión semanal (18/07/10)

Familia de la iglesia Semilla de Mostaza en Bilbao:
… y ahora tenemos paz para con Dios.

El próximo domingo veremos la explosión de esperanza que se desprende de la porción de la Escritura que nos toca compartir y que se encuentra en Romanos 5:1-11. El resultado de nuestra justificación comienza con la sentencia de que ahora "tenemos paz para con Dios", y continúa con el pleno acceso a la presencia de Dios.

Versículo a recordar: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5:1).

Para estar bien preparados y entender lo que Pablo nos quiere contar el próximo domingo, os resumo la anterior predicación.

¿Qué diferencia existe entre la fe de Abraham y otros tipos de fe? ¿dónde se esconde la grandeza de Abraham por medio de la cual recibió el título de “padre de la fe”?
Su grandeza estuvo en que “siguió esperando cuando ya no había ninguna esperanza”. El siguió creyendo hasta el absurdo; siguió esperando lo imposible, cuando a gritos se evidenciaba que no podía ser.
El creyó en Dios más que en las leyes biológicas que le indicaban que por su edad no podía tener un hijo, que él estaba seco y su esposa hacía muchos años había pasado la edad de la menopausia. Las leyes biológicas le mostraban que la etapa de la procreación había ya pasado y, a pesar de todo, Abraham siguió esperando.
Creyó más en Dios que en el poder de la muerte y que Dios le devolvería con vida a su hijo aunque lo matara. 
En definitiva, creyó a Dios, no sólo en Dios.

¿Qué puede debilitar nuestra fe?
1º) Las consideraciones sobre lo que vemos como realidad. Abraham “no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo…o la esterilidad de la matriz de Sara”, Podría debilitarse su fe, pero no se debilitó. Nosotros también puede ser que al mirar lo que somos, o a nuestra poca capacidad o la incapacidad de los que nos rodean, nuestra fe tambalee y digamos “esto no puede ser”, pero Abraham pudo, solamente porque creyó y siguió esperando.
2º) Pueden debilitar nuestra fe las dudas. “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe dando gloria a Dios”.

¿De dónde nacen las dudas?
Nuestras dudas pueden proceder de
(a) una enseñanza errada que pone en tela de juicio la Biblia o niega el poder de Dios en la actualidad.
(b) De algún fracaso o experiencia negativa en el pasado, es decir, de una ilusión que nos hicimos cuando oramos y no ocurrió lo que esperábamos que ocurriera.
(c) De un sentimiento de culpa por una falta cometida que nos bloquea e impide creer.
(d) O porque utilizamos un lenguaje cargado de incredulidad, “no creo que pase esto o aquello”, “esto es imposible”.
(e) Y también porque nos negamos a perdonar. La falta de perdón cierra las puertas del cielo. 

¿Qué puede fortalecer nuestra fe?
Nuestra fe se fortalece igual que la fe de Abraham:
1º) Dando gloria a Dios, o como dice literalmente “sino que fue dotado de poder en la fe dando gloria a Dios.” Al parecer Abraham tuvo su batalla espiritual y la combatió exclamando a cada paso ¡Gloria a Dios! y…
2º) Estando convencido que Dios es confiable. “plenamente convencido que cuando éste (Dios) promete algo lo puede cumplir”. Porque la fe tiene que ver con nuestro concepto de Dios, tiene que ver con el carácter moral de Dios, con su confiabilidad. Abraham le creyó a Dios y no se preocupó de la edad, ni del tiempo, ni de las dificultades. Simplemente creyó. Y por eso su fue le fue contada por justicia o se le acreditó justicia. 

Nos vemos el domingo,
Tony.

Bilbao a 12 de Julio de 2010

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domingo, 18 de julio de 2010

El Triunfo del cristiano



Predicación sobre Romanos 5:1-2
 

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