lunes, 9 de abril de 2012

Reflexión semanal del 9 al 15 de Abril

LEVÁNTATE Y ANDA
(Hechos 3:1-11)
Objetivo: Preguntarnos si estamos siendo los instrumentos que el Señor quiere que seamos, transmitiendo Su poder a los imposibilitados de entrar al templo.
Introducción
1.- ¿Hacia dónde apunta esta señal?
Los milagros son señales. Así que si son señales es porque sirven, apuntan, están hechas para algo. No son un fin en sí mismas, sino que tienen otro objetivo final. Conducirte a algo mejor que la propia señal.
El objetivo de las señales y milagros es apuntar a Cristo (el Autor, el Señor de las señales).
Vv. 1-2
2.- ¿Qué es lo que representa este “cojo de nacimiento”?
Si en este v. sólo vemos a un mendigo, erramos en el propósito del pasaje. Aquí está representada toda la humanidad. Así somos todos los hombres antes de llegar a Cristo: pecadores, incapaces de poder entrar en la presencia de Dios. Como mucho siendo transportados hasta la puerta del templo y dejados allí, sin poder entrar.
3.- ¿Qué quiere decir que era “cojo de nacimiento”?
Este v. 2 dice que este hombre era cojo de nacimiento, pero en el original, la palabra que se utiliza es koilia, o sea desde el vientre de su madre. Lo que nos indica esta palabra es que este hombre era ya así, no desde cuando nació, sino desde antes de nacer.
¿Qué quiere decir esto? pues que desde el vientre de nuestra madre, todos nosotros venimos incapaces, cojos, defectuosos. Así es nuestra naturaleza: no podemos andar tal y como Dios quiere que andemos. No es que tropecemos en la vida y debido a ese accidente no podemos entrar en el Templo (o sea a la presencia de Dios) no. Sino que desde que nacemos estamos excluidos de poder tener comunión con Él.
Por muchos esfuerzos que realicemos, incluso con todas las ayudas de este mundo, como mucho llegamos hasta la puerta, pero por fuera.
No es la sociedad la que nos estropea. “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Este Salmo me recuerda que no es la sociedad la que me estropea, este Salmo me recuerda que ya vengo estropeado de serie. Y el 1er. paso para arreglar este estropicio es reconocerlo. Y este es el error de la humanidad en general. Que no ven el estropicio, que no lo quieren ver. Y sin embargo, mira a los niños en una guardería, nadie les enseña lo malo, les sale solo y les sale de maravilla.
4.- ¿Qué es lo máximo que puede esperar del mundo un “cojo de nacimiento”?
Lo máximo que puede hacer el mundo por un paralítico es darle limosna. El mundo es incapaz de ayudarnos a vivir una vida plena y rebosante. Limosnas y nada más, es lo que recibiremos de la sociología, de la psicología, de la ética, de la moral, de la política, de la religión, incluso de la educación.
Pablo lo sabía muy bien, por eso tuvo por basura todos sus logros en la carne. Además nos dice en 1ª Cor. 1:21 que “el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría”, por eso sigue diciendo, “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. Nunca conoceremos a Dios por la ciencia, porque Él así lo ha dispuesto y es muy sabio.
Limosnas es lo que del mundo recibimos, migajas de paz, migajas de felicidad, migajas de esperanza. Sin Cristo, somos mendigos de migajas para poder sobrevivir día tras día, como hacía este paralítico. Sin embargo fuimos creados para mucho más que para mendigar migajas.
Vv. 3-5
5.- Este “cojo de nacimiento” espera recibir algo ¿qué es, y qué significa eso que pide para su vida?
Este pobre hombre espera recibir algo, pero es algo equivocado. Limosna. No levanta la vista para solicitar lo que su alma anhela. ¿Por qué? porque ni siquiera lo espera. Pedro y Juan le tienen que decir: míranos.
Estaba tan acostumbrado a recibir limosnas que ni mira a aquellos que se las dan. Mira hacia el suelo. Más de 40 años (4:22) en esa miserable condición de postración, hace que no tenga ninguna esperanza de que su destino cambie. Recibe limosnas, pero eso no cambia su vida paralizada. A pesar de ello sigue rogando que se las den, y eso es porque no conoce otra cosa y no espera otra cosa.
6.- Dime un motivo por el cual mucha gente no cree en la iglesia.
Pues que lo que recibe de la iglesia que ellos conocen son limosnas. Por eso ni miran hacia aquellos que les hablan, porque esa iglesia que conocen no tiene el poder de Jesucristo para transformar vidas. Pero así no debiera ser la verdadera Iglesia.
¿Qué ven, qué perciben hoy estos hombres paralizados (sin verdadera vida) en la Iglesia? ¿arquitectura, escultura, pintura, procesiones, música, filosofía, moral, política, trabajo social? Y todo esto en el mejor de los casos.
Pues esas cosas ya las tienen en el mundo, para eso no murió Cristo, para eso no hemos sido llamados.
V. 6
7.- ¿Para qué hemos sido llamados? Para poder decir...
No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.
8.- ¿Qué debieran ver los “cojos de nacimiento” en la Iglesia?
Lo que acabamos de leer. El ministerio de la Iglesia es hacer frente al verdadero problema de este tipo de hombres y mujeres: no darles limosna, sino ofrecerles sanidad total para que dejen de ser paralíticos que no pueden entrar al Templo a adorar a Dios.
Por lo tanto tú y yo, que somos parte de la Iglesia, ¿qué podemos hacer por alguien así? ¿qué podemos hacer por ese amigo o conocido, vecino o compañero de trabajo que vemos que está lisiado, inútil total y que no tiene ninguna esperanza en este mundo, aunque él ni se plantee que pudiera tener otra vida? Pues decirle: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
9.- ¿Qué podemos aprender de la anecdótica conversación del Papa Inocencio IV con Tomás de Aquino en 1.260?
El Papa le mostró la fabulosa riqueza del papado. Después del recorrido el Papa le dijo: “ya ves Tomás, a diferencia del 1er. papa, no puedo decir: “No tengo ni plata ni oro”. Tomás le respondió: “Ni tampoco puede Vd. decir en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.
Es patético observar cómo se puede ser y estar tan ciego, cuando además se conocen las Escrituras, e incluso se citan. Y esto es lo que nunca debiera ser la Iglesia. Un grupo de personas que han perdido el propósito de su llamado, que es extender la mano al cojo de nacimiento para poder decirle con la autoridad de Cristo: levántate y anda.
Esta es la diferencia con cualquier otro grupo de personas que no son la Iglesia, que nadie puede (porque no tiene) este poder de levantar de la postración al paralítico, al menesteroso, al que nunca ha conocido el Templo.
Podrán enseñarte filosofía, o moral, o educación, o entretenimiento, pero nunca podrán levantar a nadie del suelo, porque eso sólo lo puede hacer Cristo. Y eso hoy lo hace a través de Su Iglesia.
10.- ¿Cuál es el problema de los “cojos de nacimiento” que nosotros conocemos, y cuál sería su solución?
El problema del cojo que vemos en este pasaje (al igual que los cojos que conocemos en nuestras relaciones cotidianas) es que como nacieron así (y la maldad es algo con lo que se nace) pues no son conscientes que pueden ser liberados de eso y por eso ni siquiera piden correctamente. Así que cuando alguien (como Pedro y Juan se acercan), ni piden correctamente, ni miran cuando piden.
Por eso tenemos que mirarles nosotros a ellos y decirles: míranos, como vemos en el v. 4.
El problema de la humanidad es un problema de nacimiento. Desde que nacemos, desconocemos a Dios. El hombre nace así. Y, ni pide correctamente, ni mira a quien le puede ayudar de verdad. Todos los hombres necesitan este milagro, el milagro que sólo Jesús puede hacer... y ahora Jesús lo hace a través de Su Iglesia.
Ese problema congénito del ser humano le impide mirar a Dios y por lo tanto no le conoce y al no conocerle no sabe cómo vivir de verdad. No sabe ni vivir ni sabe morir.
Vv. 7-8
11.- El mensaje es Jesús de Nazaret y no otro ¿Por qué y para qué debemos dar este mensaje?
• Porque no hay otro con poder para levantar a los “cojos de nacimiento” del suelo.
• Para que podamos ponernos en pie y podamos entrar a tener comunión con Dios en el Templo. No sólo nos perdona los pecados, algo imprescindible para poder estar en Su presencia, sino que nos habilita para tener vida plena, vida de verdad, y eso desde hoy, desde ahora mismo. Pero claro, para poder llegar a tener esta vida debemos poder mirar hacia arriba y aceptar que somos inválidos de nacimiento.
Con esta nueva vida, este hombre ya puede entrar al Templo y andar, saltar y alabar. Todo esto fue... al momento. Dios te justifica al momento, al momento puedes entrar a Su Presencia. Otra cosa será tu nuevo caminar en Cristo, con tropezones. Pero desde ¡ya!! puedes entrar donde nunca pudiste, donde nunca soñaste.
Vv. 9-10
12.- ¿Qué les ocurre a los demás cuando un “cojo de nacimiento” es levantado del suelo?
Cuando realmente hay una transformación en la vida de un paralítico, todo el mundo lo ve. Algunos no lo querrán reconocer... pero se ve. Y no lo querrán ver porque aunque se llenan de asombro, también se llenan de espanto. La palabra que aquí se ha traducido por espanto es (ekstasis) o sea, un asombro que te deja paralizado. No significa pánico.
Toda la vida le han visto como un inútil, pero ahora puede andar y además salta porque está contento... tiene el gozo de la salvación.
¿Nos ve todo el pueblo andar, andar conforme a la voluntad de Dios? ¿Nos ve todo el pueblo alabar a Dios, no digo sólo con la boca, sino con la vida? A este hombre sí le vieron. Sólo cuando uno ha sido realmente sanado de una parálisis de más de 40 años, es capaz de saltar de gozo y de alabar a Dios sin vergüenza ninguna.


V. 11
13 ¿Qué te enseña este v. 11?
Pedro, Juan y el que ha sido sanado, salen del Templo. O sea no se quedan en la iglesia, porque en la Iglesia no pueden entrar los paralíticos. Están imposibilitados para tener comunión con Dios.
Es fuera de la iglesia donde, casi siempre, tenemos que dar testimonio de Aquel que es el Autor del milagro.
14.- Haz un resumen de este milagro y compáralo con los “cojos de nacimiento” que conoces en tu vida cotidiana.
Este cojo es una ilustración de la humanidad:
  1. Nació cojo, y todos nacemos pecadores.
  2. No podía andar, y ningún pecador puede andar de manera que agrade a Dios.
  3. Estaba fuera del Templo, y los pecadores están fuera del templo de Dios (la Iglesia).
  4. Mendigaba, y así son todos los seres humanos que no han sido levantados por Jesucristo: mendigos buscando satisfacción y sin encontrarla.
Del mundo, como mucho, recibiremos limosnas que nos dejarán como estábamos: tirados y postrados en el suelo. Sólo hay que levantar la vista. La mayoría de los seres humanos van con la vista hacia abajo y sin embargo los hijos de Dios les decimos (como Pedro y Juan): “Míranos”.
 

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